El "descubrimiento" y estudio de la
inteligencia emocional es uno de los grandes avances de la ciencia en lo que se
refiere a comportamiento humano, aunque pienso que el avance real se producirá cuando se incluya como materia imprescindible en
todas las escuelas, tal y como se estudia la célula o el sistema digestivo,
porque es anatomía cerebral (precisamente se puede estudiar porque todos funcionamos igual
en muchos aspectos), y también porque es un avance humanístico, si nos
comprendemos a nosotros nos es más fácil comprender a los demás y nos da
autonomía y seguridad. En cualquier caso con tener unas mínimas nociones de como hacer mejor lo que ya hacemos, podemos lograr una mejoría enorme en el ámbito que nos interese.
Personalmente es una de las cosas más
prácticas que me he encontrado. Y entiéndase por práctico algo que nos sirve
para conseguir un propósito, y que mayor propósito hay en la vida que estar
bien con uno mismo y en el mundo, o por acortar, ser felices. Si tu problema es que te metes en líos sentimentales y no
sabes cómo, o te pasas la vida preocupándote, si vives en una eterna duda o te
marchitas en tu puesto de trabajo, conocer aunque solo sea un poquito más cómo
funcionamos te puede dar claves para ir transformando esas cosas que te alejan
de cómo te quieres sentir.
Por ejemplo, nadie nos cuenta que muchas
veces nos cuesta cambiar porque las emociones son “adictivas”, o que si tenemos
un pensamiento recurrente (tu “comedura de tarro” particular) que te provoca
pena o culpabilidad o celos, etc., etc., y cada vez que te des cuenta de que
estás pensando en ello lo cortas y te pones a pensar en otra cosa, lo vas
debilitando. Es decir, cuanto más utilicemos un
pensamiento más entiende nuestro cerebro que nos es útil y “nos ayuda” a
reproducirlo, y al contrario, negarnos a pensar en lo que nos provoca
dolor ayuda a que esa “adicción” disminuya o desaparezca.
Todos tenemos gran parte de aprendizaje
inconsciente e influye decisivamente en nuestro comportamiento y manera de
pensar. Trozos de esa información inconsciente se relacionan y forman patrones,
esto es una gran suerte, porque gracias a esos patrones es como nos damos
cuenta de lo que hay, y la información es poder. Es algo así como un programa
de ordenador, puedes manejarlo a “nivel usuario”, pero cuánto más lo exploras,
mejor lo manejas y más partido le sacas.
Yo pasé por una terapia del tipo
cognitivo-conductual en el 99, entonces no sabía qué era, solo sabía que me
encontraba fatal y ni idea de por qué, el caso es que me ayudó a profundizar en
“mi programa” y en un par de meses mi estado de ánimo mejoró considerablemente,
pero, lo mejor que me llevé fue tomar conciencia de como yo misma estaba
haciendo los cambios, y pude seguir yo sola. Después de unos siete años de
trabajo personal “silvestre”, llegaron a mi vida el coaching y la inteligencia
emocional (entre otras cosas), y resultó que le pude poner palabras y nombres a
mi propia historia, la comprensión de mi misma se amplió “cuánticamente”: lo
que yo hago se llama “autoconocimiento”
(guau!, y es la madre del cordero!), y el “cómo” se llama “coaching”... y me dice que no hay límites ¿Habéis
experimentado alguna vez una “verdad verdadera”?, esa fue mi sensación, mi
vivencia lo confirmaba.
Darle un sentido al autoconocimiento, o a
tomar conciencia de uno mismo (como diría Goleman), lo hace doblemente
efectivo. En este punto, los fundamentos del coaching incrementan los resultados.
Enfocarte en lo que quieres conseguir, cuestionarte las
limitaciones que te alejan de ello, y pasar a la acción probando nuevas formas
de pensar y comportamientos.
Lo que nos suele pasar es que pensamos en
abstracto, relacionamos unas cosas con otras y no sabemos por dónde empezar o
cual es la “piedra angular” de nuestro malestar. Achacar a otro la
responsabilidad de nuestro estado interno es una trampa que nos mantiene en
nuestra zona de comodidad (ahí ya nos manejamos aunque sea mal), tu eres la
única persona que puede estar en tu cabeza y que puedes decidir como reaccionar
¿a que si? Una vez que asumes tu responsabilidad, solo queda encontrar qué es
lo que estás haciendo para que tu día a día sea como es, y qué es lo que puedes
hacer tú para cambiarlo.
¿Cómo podemos entrenar nuestro poder?
Estas son unas pautas que nos ayudan a desenredar y empezar a tener más consciencia sobre nuestro mundo interno, a la vez que practicamos un cambio consciente y efectivo. Solo una premisa, no te juzgues, no es productivo; practica estos pasos como si de un experimento científico se tratara:
1.- Utiliza la memoria. Por la noche,
recuerda si has tenido algún momento en el día en el que se ha presentado una
emoción que te gustaría transformar, esa que ya conoces tan bien (enfado,
tristeza, resentimiento…), y repasa la situación sin anclarte a la emoción (es
decir, acuérdate de ello como si fuera la peli de otro, no lo revivas). Describe
la situación; ¿qué ha pasado? /¿qué he pensado? (diálogo interno) / ¿qué he
sentido? (ponle nombre a la/s emoción/es?) / ¿cómo he actuado? / ¿cuál ha sido
el resultado? Acostúmbrate a hacer esto por escrito, le da mucha más fuerza.
2.- Eli ge. ¿Qué te gustaría sentir en lugar de
lo que sientes? ¿cómo sería tu diálogo interno? ¿Cuál sería la reacción?
3.- Ensaya mentalmente la situación pero
esta vez con la reacción elegida. Cuéntate tu nuevo diálogo interno. Observa
tus sensaciones internas ¿qué encaja y qué no?, y haz los ajustes que aún hagan
falta. Cuanto más ensayes, más fácil te será reaccionar de la manera que tu
elijas (pero no bajes la guardia, la costumbre sigue mandando).
4.-
Practica.
Lleva tu entrenamiento al exterior, prueba comportamientos y reacciones diferentes y observa.
Una pista es que la mayor
parte de nuestros conflictos tienen que ver con la autoestima (lo que pensamos
de nosotros con respecto a la situación) y los miedos, y nos solemos engañar
para evitar cosas que no queremos ver. Las personas más inteligentes
emocionalmente son las que menos se engañan acerca de sus prioridades,
necesidades, deseos y limitaciones.
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