Inteligencia Emocional y Poder Personal, + 4 Claves Para Entrenarnos

El "descubrimiento" y estudio de la inteligencia emocional es uno de los grandes avances de la ciencia en lo que se refiere a comportamiento humano, aunque pienso que el avance real se producirá cuando se incluya como materia imprescindible en todas las escuelas, tal y como se estudia la célula o el sistema digestivo, porque es anatomía cerebral (precisamente se puede estudiar porque todos funcionamos igual en muchos aspectos), y también porque es un avance humanístico, si nos comprendemos a nosotros nos es más fácil comprender a los demás y nos da autonomía y seguridad. En cualquier caso con tener unas mínimas nociones de como hacer mejor lo que ya hacemos, podemos lograr una mejoría enorme en el ámbito que nos interese.

Personalmente es una de las cosas más prácticas que me he encontrado. Y entiéndase por práctico algo que nos sirve para conseguir un propósito, y que mayor propósito hay en la vida que estar bien con uno mismo y en el mundo, o por acortar, ser felices. Si tu problema es que te metes en líos sentimentales y no sabes cómo, o te pasas la vida preocupándote, si vives en una eterna duda o te marchitas en tu puesto de trabajo, conocer aunque solo sea un poquito más cómo funcionamos te puede dar claves para ir transformando esas cosas que te alejan de cómo te quieres sentir.

Por ejemplo, nadie nos cuenta que muchas veces nos cuesta cambiar porque las emociones son “adictivas”, o que si tenemos un pensamiento recurrente (tu “comedura de tarro” particular) que te provoca pena o culpabilidad o celos, etc., etc., y cada vez que te des cuenta de que estás pensando en ello lo cortas y te pones a pensar en otra cosa, lo vas debilitando. Es decir, cuanto más utilicemos un pensamiento más entiende nuestro cerebro que nos es útil y “nos ayuda” a reproducirlo, y al contrario, negarnos a pensar en lo que nos provoca dolor ayuda a que esa “adicción” disminuya o desaparezca.

Daniel Goleman estableció cinco habilidades en las que se basa nuestra inteligencia emocional. Estas, como cualquier otra habilidad podemos tener más o menos facilidad para usarlas, pero, lo importante es que se pueden desarrollar. La primera, e imprescindible para desarrollar el resto, es la conciencia de uno mismo.

Todos tenemos gran parte de aprendizaje inconsciente e influye decisivamente en nuestro comportamiento y manera de pensar. Trozos de esa información inconsciente se relacionan y forman patrones, esto es una gran suerte, porque gracias a esos patrones es como nos damos cuenta de lo que hay, y la información es poder. Es algo así como un programa de ordenador, puedes manejarlo a “nivel usuario”, pero cuánto más lo exploras, mejor lo manejas y más partido le sacas.

Yo pasé por una terapia del tipo cognitivo-conductual en el 99, entonces no sabía qué era, solo sabía que me encontraba fatal y ni idea de por qué, el caso es que me ayudó a profundizar en “mi programa” y en un par de meses mi estado de ánimo mejoró considerablemente, pero, lo mejor que me llevé fue tomar conciencia de como yo misma estaba haciendo los cambios, y pude seguir yo sola. Después de unos siete años de trabajo personal “silvestre”, llegaron a mi vida el coaching y la inteligencia emocional (entre otras cosas), y resultó que le pude poner palabras y nombres a mi propia historia, la comprensión de mi misma se amplió “cuánticamente”: lo que yo hago se llama “autoconocimiento” (guau!, y es la madre del cordero!), y el “cómo” se llama “coaching”... y me dice que no hay límites ¿Habéis experimentado alguna vez una “verdad verdadera”?, esa fue mi sensación, mi vivencia lo confirmaba.

Darle un sentido al autoconocimiento, o a tomar conciencia de uno mismo (como diría Goleman), lo hace doblemente efectivo. En este punto, los fundamentos del coaching incrementan los resultados. Enfocarte en lo que quieres conseguir, cuestionarte las limitaciones que te alejan de ello, y pasar a la acción probando nuevas formas de pensar y comportamientos.

Lo que nos suele pasar es que pensamos en abstracto, relacionamos unas cosas con otras y no sabemos por dónde empezar o cual es la “piedra angular” de nuestro malestar. Achacar a otro la responsabilidad de nuestro estado interno es una trampa que nos mantiene en nuestra zona de comodidad (ahí ya nos manejamos aunque sea mal), tu eres la única persona que puede estar en tu cabeza y que puedes decidir como reaccionar ¿a que si? Una vez que asumes tu responsabilidad, solo queda encontrar qué es lo que estás haciendo para que tu día a día sea como es, y qué es lo que puedes hacer tú para cambiarlo.



¿Cómo podemos entrenar nuestro poder?

Estas son unas pautas que nos ayudan a desenredar y empezar a tener más consciencia sobre nuestro mundo interno, a la vez que practicamos un cambio consciente y efectivo. Solo una premisa, no te juzgues, no es productivo; practica estos pasos como si de un experimento científico se tratara:

1.- Utiliza la memoria. Por la noche, recuerda si has tenido algún momento en el día en el que se ha presentado una emoción que te gustaría transformar, esa que ya conoces tan bien (enfado, tristeza, resentimiento…), y repasa la situación sin anclarte a la emoción (es decir, acuérdate de ello como si fuera la peli de otro, no lo revivas). Describe la situación; ¿qué ha pasado? /¿qué he pensado? (diálogo interno) / ¿qué he sentido? (ponle nombre a la/s emoción/es?) / ¿cómo he actuado? / ¿cuál ha sido el resultado? Acostúmbrate a hacer esto por escrito, le da mucha más fuerza.

2.- Elige. ¿Qué te gustaría sentir en lugar de lo que sientes? ¿cómo sería tu diálogo interno? ¿Cuál sería la reacción?

3.- Ensaya mentalmente la situación pero esta vez con la reacción elegida. Cuéntate tu nuevo diálogo interno. Observa tus sensaciones internas ¿qué encaja y qué no?, y haz los ajustes que aún hagan falta. Cuanto más ensayes, más fácil te será reaccionar de la manera que tu elijas (pero no bajes la guardia, la costumbre sigue mandando).

4.- Practica. Lleva tu entrenamiento al exterior, prueba comportamientos y reacciones diferentes y observa.


Una pista es que la mayor parte de nuestros conflictos tienen que ver con la autoestima (lo que pensamos de nosotros con respecto a la situación) y los miedos, y nos solemos engañar para evitar cosas que no queremos ver. Las personas más inteligentes emocionalmente son las que menos se engañan acerca de sus prioridades, necesidades, deseos y limitaciones.

La inteligencia emocional nos habla de las capacidades que tenemos para crear nuestro mundo, de cómo funcionamos emocionalmente hablando, habla de conocernos y darnos cuenta de como utilizamos nuestras emociones, desde lo que nos motiva para hacer lo que hacemos a como interactuamos con el resto del mundo, y también de la percepción que tenemos de nosotros mismos en medio de todo esto, y el coaching, es un excelente método para conseguir utilizar todo esto de la manera más efectiva posible. Si lo combinas, da como resultado una herramienta para mejorar lo que quieras de tu vida, un aprendizaje que no se olvida y que puedes hacer tu mism@ (y gratis!), es entrenamiento emocional.

Aprende a pensar para sentir mejor. Lo que siembres en ti, lo cosecharás a tu alrededor, cambiarás tu realidad diaria (las emociones son contagiosas ¿lo has notado?). Porque ese es el verdadero poder que tenemos, o por ahí empieza, y está dentro y al alcance de cada cual.

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