Conocerse Es Algo Muy Práctico


Me gusta decir que el autoconocimiento es la madre del cordero, la llave de la felicidad. El autodescubrimiento es el camino común que proclaman los místicos, filósofos y toda aquella gente que son grandes maestros o iluminados. Digamos que es el camino común para llegar a tener esa “paz de espíritu” que se supone que tiene alguien así. Es la manera de  encontrar las respuestas a los conflictos que nos apartan de esa paz.

Lo cierto es que, aunque crea que el logro de esa paz es, por decirlo de alguna manera, la meta inconsciente común, conseguir vivir en ese estado mental, para muchos es algo tan lejano o una idea tan superficialmente manida que ni siquiera nos identificamos con ella. Lo metemos en el saco del misticismo y eso ya no tiene que ver nada con nosotros. O nos parece tan abstracto que uno no se plantea ni para qué.

A esto de conocerse, quiero darle un enfoque práctico para ver si nos animamos a ir comprendiendo el enorme potencial que tenemos para dirigir nuestra vida, que no utilizamos. Y que, aunque requiere cierto esfuerzo, compensa ampliamente.

Es práctico, porque, conociéndonos podremos cambiar cosas tan simples y cotidianas como sentirse violento en el trato con un rol específico de personas (jefes, vecinos, hombres, mujeres, suegras...), o algo con lo que siempre terminamos sintiéndonos culpables, o algo que nos saca de nuestras casillas y racionalmente no tiene ni pies ni cabeza, o soltar una carga del pasado que te impide vivir el presente, o dejar de preocuparte por cosas que podrían pasar y nunca pasan. En definitiva, poder soltar esas cosas a las que les dedicamos tiempo en nuestra cabeza, que nos hacen sufrir, a veces, incluso físicamente, y qué mientras estamos en ese pensamiento, nos estamos perdiendo disfrutar de otras cosas o hacer algo productivo; y además son producidas sólo por nosotros, porque no hemos aprendido a hacerlo de otra manera.

Nos damos cuenta, generalmente, de nuestras acciones y reacciones, lo que pensamos acerca de las cosas, pero nos solemos quedar en la superficie y no sabemos para qué reaccionamos así (qué queremos conseguir), en qué criterios, creencias y valores se apoyan nuestras acciones. En ocasiones, no somos capaces de explicarnos o explicar nuestro comportamiento, de defender nuestros valores o creencias sin alterarnos, o simplemente tenemos conflictos internos.

Conocerse significa ponerse a fijarnos en aspectos a los que no solemos prestar atención, lo que nos facilita saber por qué nos enfadamos, el fondo de nuestros miedos, qué nos limita, qué prioridades tenemos, qué valoramos... Para esto tenemos que combinar la observación de lo que pensamos, sentimos y hacemos, (no podemos controlar algo que no conocemos), con buenas preguntas que nos ayudan a ahondar y obtener buena información. Esto hará que hurguemos en las capas de nuestro aprendizaje inconsciente, que es dónde vamos a encontrar las respuestas para entendernos y contar con más datos para tomar las decisiones de la vida. La información es poder.

Y como, además, te vas dando cuenta de lo mucho que te has limitado para conducir tu vida, te vas enterando también que eso de los límites es absolutamente relativo, y entonces ¿Quién te va a decir hasta dónde puedes llegar?

Animo Valientes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario