Instinto, Emoción y Razón (para todos)

No somos tan diferentes de los animales. Mejor dicho, somos animales; lo único que nos diferencia del resto es el grado de desarrollo del córtex cerebral, que, para enterarnos, es la parte del cerebro dónde se encuentra la capacidad de razonamiento. Pero la parte emocional (el sistema límbico), es igualito... y éste es el lío, porque el hecho de que podamos utilizar nuestra capacidad de razonamiento para construir civilizaciones, nos ha hecho idolatrar esa capacidad en detrimento de la parte emocional, hasta el punto que, en muchos casos nos convertimos en enemigos de nosotros mismos. Lo que ahora está tan de moda de escuchar a tus emociones, liberarlas con diferentes técnicas, etc... no se trata más que de intentar comprender nuestra parte animal. Y es necesario, si de verdad queremos aprender a ser felices.

Me explico. Tenemos el cerebro reptil, la parte más antigua en la que se aloja el instinto de supervivencia; el sistema límbico, que colabora estrechamente con el cerebro reptil, aglutinando la información del entorno en forma de memoria, siempre desde el punto de vista de nuestra supervivencia y bienestar; y el córtex cerebral, con lo que razonamos. El funcionamiento de esta disposición evolutiva tiene mucha importancia en nuestro comportamiento, si lo comparamos con el sistema de marchas de un coche en el sentido de que cuanto más corta es la marcha más fuerza tiene pero menor rango de velocidades, podríamos decir que la primera marcha es el cerebro reptil, la segunda el sistema límbico y, por último, el córtex.

Lo que esto quiere decir en nuestro comportamiento es que en caso de emergencia vital nuestro cerebro va a priorizar siempre lo que haya entendido como respuesta de supervivencia, antes que la capacidad de razonamiento (¿puedes pensar bien cuando tienes mucho sueño, o muchas ganas de hacer pis?).  Asimismo, cuando recibimos una información del entorno, esa información será procesada en primera instancia por el sistema límbico, que junto con el cerebro reptil decidirá la respuesta adecuada para nuestro bienestar físico lo que supone una descarga emocional determinada; la misma señal también llega al córtex cerebral, pero ligeramente más tarde (como si estuviera más lejos), por lo cual la respuesta tarda un pelín más. Y, así como vemos el sol dependiendo de las nubes que haya y su densidad, veremos más o menos clara la respuesta racional, en medida de la intensidad de la respuesta emocional que nos provoque el estímulo. Por eso se dice que no hay que tomar decisiones "en caliente", cuanto más intensa es la descarga emocional menos capacidad de razonamiento.

En cualquier caso, tomar decisiones sin tomar en cuenta ambos factores, siempre nos va a perjudicar. La historia es la de siempre, equilibrar lo que sentimos y lo que pensamos. Tenemos un montón de información inconsciente a nivel emocional, que en algunos casos son respuestas puramente instintivas, y en otros muchos casos son respuestas aprendidas por lo que nos han inculcado, lo que hemos percibido de nuestro entorno más nuestra experiencia; y la gracia está en utilizar nuestra capacidad de razonamiento para comprender qué influye sobre lo que sentimos, y, en definitiva para saber qué se puede modificar y cómo. Para elegir nuestras respuestas.

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