¿Pensar?¿O no pensar?


Pensar o no pensar, esa es la cuestión. Mucha gente insiste, hasta el punto de crear un meme, que la mente nos está haciendo mucho daño porque no nos deja sentir y llegar a nuestro verdadero yo que, a su vez es fuente de amor puro, y que por eso hay que pensar menos y sentir más. 

En parte es cierto, pero me sigo resistiendo a calificar algo como bueno o malo, o lo mejor y lo peor. Tanto si sentimos sin reflexionar como si pensamos sin tener en cuenta las emociones nos puede dar resultados que no deseamos. Lo que si podemos hacer es aprender a hacer mejor ambas cosas. ¿Cómo?  

Tanto pensar como no pensar son herramientas con diferentes posibilidades.  Para empezar podríamos diferenciar el parloteo del razonamiento, o lo que es lo mismo la charla interna inútil y/o destructiva versus el pensamiento creativo y productivo. Pensar es necesario, e inevitable viviendo en el cambio, creo yo. Y precisamente por vivir cambiando continuamente, lo que podemos hacer con el pensamiento es aprender a convertir el parloteo inútil en pensamiento creativo (solucionador de situaciones, emprendedor de proyectos…).  

En lo que se refiere a nuestro diálogo interno, podemos salir del pensamiento conflictivo o doloroso pensando sobre ello en vez de en ello, acostumbrándonos a hacernos buenas preguntas para comprender cómo pensamos cuando el pensamiento es espontáneo y cómo podemos salir de lo que no nos gusta o cambiar el sentir de algo pensando de otra manera sobre ello.

Cierto es que la tendencia es a pensar demasiado (y mal) por eso nos sorprende tanto la calma que podemos conseguir cuando paramos de darle vueltas a las cosas. A veces hasta se convierte en una necesidad física. Y es que gran parte de las emociones que sentimos vienen provocadas por lo que pensamos, la emociones tienen una reacción física inevitable, así que cuando nos pasamos el día preocupados o ansiosos, aunque hayamos estado sentados, acabamos agotados.

Tanto una opción como otra son naturales y tienen efectos diferentes sobre nuestra psique, nuestro cuerpo y nuestro mundo en general, aunque  debido a la tendencia en nuestra cultura a sobrevalorar la razón y por el imparable ritmo de vida, no nos hemos acostumbrado a desarrollar la parte del “no pensar”.

El hecho de parar el pensamiento, independientemente de aprender a pensar mejor, es una poderosísima herramienta para nuestro bienestar. No sólo porque te ahorras estar pensando "mal", que ya es, sino porque además los efectos que provoca sobre el cuerpo lo disponen  para ponerse automáticamente en "modo autosanación", es decir activando los mecanismos naturales que no dejamos actuar cuando los contrarestamos con nuestros pensamientos y emociones.

Cómo no,  conseguir domar un pensamiento desbocado lleva su tiempo, pero es eso, cuestión de tiempo y de empeño (la lucha contra la costumbre). Parar el pensamiento viene a ser lo mismo que meditar, así que hay un montón de maneras para entrenar la atención y pasarse un ratito tratando de acostumbrar al cerebro a este "nuevo" estado.

La cuestión es que cuando conseguimos parar el pensamiento, aparte de sentirnos física y mentalmente más relajados, la comunicación entre ambos hemisferios cerebrales es más fluída y favorece la imaginación y el pensamiento creativo, realmente útil para resolver problemas de toda índole.  El “no pensar” facilita la emergencia de nuestro conocimiento inconsciente, incluyendo memorias corporales lo que nos permite ser más conscientes de lo que la emoción profunda nos cuenta (de ahí lo de escucharnos) y comprender mejor cómo decidimos. En hechos prácticos esto se traduciría en, por ejemplo, elegir con quien te juntas y con quien no, en qué tipo de trabajo estarías más a gusto o qué tipo de situaciones deberías evitar. Practicando ese estado incrementamos nuestra intuición, podemos experimentar otros estados de conciencia e incluso despertar aptitudes dormidas como la telepatía. En cualquier caso, sirve para "conectarse" con ese gran porcentaje de información inconsciente que somos. En estos ejercicios el pensamiento racional, el parloteo, nos distrae de la observación de nuestro mundo interior y nos lleva a un nivel superficial en el que perdemos esa “conexión”.

Si necesitamos equilibrio en alguna parte de nuestra vida, nos toca escucharnos, y para eso necesitamos parar de pensar, pero habrá muchas cosas que uno no podrá cambiar si no es mediante análisis (cuestionamiento) de nuestros propios patrones mentales o el origen de esa emoción que surge para eso, necesitamos pensar...  así que... elegir una opción, para mi es quedarse tuerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario